La amistad
De niños, tenemos un mundo entero para descubrir y explorar. Y este mundo parece no tener fronteras, tamaña es su grandeza. Miramos alrededor y todo lo que vemos es la línea del horizonte. Pero hay un aspecto muy bien delimitado. Y corresponde a la amistad. Nuestros amigos son pocos y están siempre cercanos. Nos acompañan a la escuela, disfrutan del recreo con nosotros, comparten la merienda. Al lado de ellos hacemos las tareas, estudiamos para las pruebas, practicamos deportes y jugamos.
La edad avanza y somos contemplados con la carátula de adultos. Cambian nuestros propósitos, responsabilidades y prioridades. Y, casi invariablemente, también cambiamos de casa, de barrio, tal vez del municipio, región o país.
Nuestro mundo, ahora, queda bien delineado. Comenzamos a tratar con más y más personas y paradójicamente cultivamos menos amistades, porque nuestras relaciones se van todas marcando con la placa de la superficialidad.
Personas entran y salen de nuestras vidas. Muchos pasan a ser nuestros conocidos, de un vecino que vive en la casa al lado o en el departamento del piso de arriba, a los profesionales que vemos en una reunión de negocios o congresos. Sobre éstos últimos, poco o nada sabemos, ni siquiera el nombre.
Y algunos pasan a ser nuestros colegas. Dividen el tiempo y el espacio con nosotros, sobretodo en el ambiente de trabajo. Por cuenta de este vínculo, tenemos teóricamente objetivos comunes, metas a ser alcanzadas, hasta valores corporativos alineados. Sabemos sus nombres, sus cargos, sus atributos, pero podemos convivir por años separados por una única divisoria o puerta sin conocer sus preferencias, su familia, su historia de vida.
Amigos son personas que comparten con alegría nuestras victorias, pero que nos acogen desinteresadamente en los malos momentos. Los descubrimos en la adversidad y en la desdicha. Generalmente nos respaldan, a pesar de no concordar con nuestras posiciones. Buenos oyentes, nos conceden su atención y saben que muchas veces no queremos opiniones o comentarios, sino apenas que sean pacientes al escucharnos.
Adeptos a la variabilidad, poco les importa aspectos como raza, credo o condición socioeconómica, pues respetan nuestras diferencias incluso antes de disfrutar las semejanzas. Nos sorprenden con frecuencia y son admirables confidentes, compartiendo sus secretos con los nuestros.
No existen buenos o malos amigos, sinceros o disimulados. Por definición, un amigo es verdadero, honesto, leal y digno de honra y admiración. La amistad vuelve a las personas más amenas, gentiles, generosas y felices. Pero, para tener amigos, es necesario ser uno. Y esto envuelve actitud. Empezar juntos y terminar juntos. Así se edifica una sólida amistad.
Liceo Pablo Neruda Temuco
Curso: 3 O
Integrantes. Camila Garcés
Profesora. Mónica Moreno Vivanco
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